
Cada canción que ha publicado el artista granadino, que fuera guitarrista y compositor de los ya legendarios 091, es una pequeña o gran, según se mire, joya del pop-rock cantado en castellano, una exquisita pieza de degustación apta para los paladares más selectos. Algunas puede que sean más efectistas, más llamativas, que tengan más pegada, que lleguen un poquito más; pero todas y cada una de ellas son de una indiscutible y reconocible calidad y, a poco que se les preste algo de atención, capaces de convencer con creces a cualquier buen aficionado.
Pocos minutos pasadas las nueve se abría el telón del Apolo y aparecía el orfebre Lapido para mostrarnos buena parte de sus cuidadas joyas. Para dar mayor brillo a sus piezas le acompañaban sus ayudantes, a saber: Popi González a la percusión, Victor Sánchez a la guitarra, y Raúl Bernal al piano y al órgano. Todo ello en un ambiente en el que la tenue iluminación y las características del formato electroacústico dotaban de una especial atmósfera de intimidad a la velada.
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