domingo, 9 de diciembre de 2012

ÓPERA | Estreno en Nueva York Ícaro en un baile de máscaras


Esta vez el escenario del Lincoln Center no lo cubre un telón de terciopelo rojo sino un fresco que representa a un Ícaro que se desploma por volar demasiado cerca del sol. Una imagen que el director David Alden ha concebido como una metáfora del carácter del protagonista de 'Un ballo in maschera': un monarca engreído y consumido por el tedio al que interpreta aquí el tenor argentino Marcelo Álvarez.
El fresco con la imagen de Ícaro acompaña al espectador a lo largo de la obra transformado en el techo de los salones de palacio. Pero sus trazos se antojan irrelevantes para un montaje cuya fuerza reside en el trabajo escénico de Alden y en las cualidades vocales de los cantantes, que convierten la velada en una celebración original de una de las obras más enigmáticas de Verdi.
El compositor se vio obligado a retocar el contenido del libreto: los censores napolitanos no podían aceptar un regicidio sobre el escenario aunque la acción se desarrollara en la lejana Suecia. Verdi se avino a retorcer la trama y situar la acción en Boston. Pero hoy los teatros suelen ignorar el libreto retocado y presentar la ópera en su versión original.
Lo hace también el montaje de Alden, que acentúa el sarcasmo del libreto y lo salpica con elementos deudores del psicoanálisis. Gustavo es aquí un monarca disoluto que desprecia el aparato burocrático del reino y se enamora de la esposa de su servidor más fiel, interpretada por la voz trémula de la soprano Sondra Radvanovsky.

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