martes, 11 de septiembre de 2012

Oliver Knussen

Aunque es exacto contemporáneo de James Dillon, Oliver Knussen, que llega a Alicante en septiembre para dirigir un concierto en el seno del Festival de Música, pertenece, por la estética que predica, a la generación que nace en Gran Bretaña a inicios de los años 60, atenta en algunos casos a la tarea de dirección de orquesta tanto como a la de compositor (se piensa en George Benjamin). En estos autores, entre los cuales hay que citar a Turnage o Adès, se siente un gusto por las sonoridades hedonistas que era impensable en los compositores que les precedieran en el Reino Unido. La generación de los músicos que estrenan sus obras de talante vanguardista en los años 70, la formada por Ferneyhough, primero, y luego por los experimentalistas en torno a Cardew, para acabar en la síntesis que supone el estilo de Dillon en el fin de siglo, no halla continuidad en la obra que conforma un autor como Oliver Knussen, más preocupado por lo sensorial y la plasticidad en la obra moderna que por conquistar nuevos territorios sonoros. Knussen nace en 1952 y desde sus comienzos como compositor se percibe en él una mezcla muy diversa de influencias, demostradora de que el nuevo estilo habría de distinguirse por el eclecticismo. Las primeras piezas de Knussen tanto integran elementos tomados del jazz (Concerto for orchestra) y derivados de la herencia mahleriana (Sinfonía nº 2) como del expresionismo, y en este punto, la pervivencia en Knussen de los lieder de Berg o de las piezas dramáticas del primer Schoenberg (Pierrot lunaire, Erwartung) es casi absoluta: Ophelia, la Cantata de 1977. La tendencia expresionista se cierra en Knussen con la Sinfonía nº 3, de 1973, en la que integra elementos poco convencionales, que son los que van a definir su estilo a partir de los años 80, en donde su paleta se abre a timbres más preciosistas. Justamente al iniciarse la década de los años 80, Knussen encara la labor musical desde la triple vertiente de organizador de festivales de música moderna, director de orquesta y compositor. Como gestor cultural, tiene una notable participación en festivales como Aldeburgh y Tanglewood, donde se encarga de las secciones de música contemporánea, para, posteriormente, formar sus propios grupos de nueva música, entre los cuales figuran la London Sinfonietta, que es el más celebrado, y el Birmingham Contemporary Music Group, de una notable influencia en la música actual en Gran Bretaña. Precisamente por su labor de director es como Knussen ha conseguido traspasar la barrera que normalmente separa al compositor moderno del gran público. Su tarea ha sido reconocida en proyectos discográficos de alto nivel, como el ciclo de música contemporánea 20/21 que lanzara el sello Deutsche Grammophon. Ahí deja Knussen, especialmente, dos grabaciones para la historia: un monográfico dedicado a Magnus Lindberg (Aura, Engine) y un disco consagrado a la pieza orquestal de Carter Symphonia: sum fluxae pretium spei. En esta misma serie fonográfica, Knussen aporta la que es su obra más difundida, la ópera de cámara con libreto de Maurice Sendak, Where the wild things are, que parece un trasunto deL’enfant et les sortilèges, de Ravel. Ésta, y la otra pieza dramática, Higglety pigglety pop! or there must be more to life, resumen el estilo de Knussen, su facilidad para combinar materiales de distinta procedencia, pero siempre con la vista puesta en llegar a una amplia audiencia, por la finura y sutilidad de la orquestación, como muestran elHorn Concerto y la Symphony in one movement, sus dos mayores logros instrumentales en los años 90. Llama la atención que esas dos aportaciones a la ópera antes apuntadas sean trabajos pensados para niños, un campo en el que Knussen daría lo mejor de sí mismo, pero que es igualmente un ámbito estético poco transitado en la modernidad, lo que viene a reforzar el lado ecléctico del músico, aunque también su gusto por la fantasía sonora.

via: scherzo.es

No hay comentarios: